El rincón de pensar o Time Out, ¿sí o no?

Post el rincón de pensar. Post de Isabel Cuesta y Daniel Pérez
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El rincón de pensar o Time out es un recurso que se utiliza frecuentemente como método para corregir a un niño que “se ha portado mal”. Se usa tanto por padres, como por algunos docentes en las aulas y ha sido muy defendido por su supuesta efectividad y por parecer una manera de actuar respetuosa. Podemos ver cómo el Doctor Daniel J. Siegel trata este tema en alguno de sus libros refiriéndose a él como “aislamiento en el cuarto” y explica por qué no es un método efectivo para educar a nuestros hijos. La Disciplina Positiva o la Educación Positiva tampoco la defiende como una herramienta adecuada para educar a los niños. Vamos a tratar de resumir los motivos por lo que nosotros también desaconsejamos a los padres y madres que acuden a nuestras formaciones este método que pretende ayudar a corregir conductas inadecuadas.

 

Los castigos no funcionan

 

Aunque no lo pueda parecer, esta práctica sí es un tipo de castigo con el que, además,no conseguimos el objetivo que buscamos, es decir, que reflexionen sobre la conducta inadecuada.

No nos equivoquemos, cuando enviamos a un niño a un rincón para pensar y le aislamos, el pequeño no piensa “Es verdad, no debería haberlo hecho, me he equivocado, la próxima vez lo haré bien, voy a pedir disculpas”.

Lo que realmente podría pasar por su mente son mensajes como: “Mis padres son malos”; “esto es injusto”; “no me quieren” o “soy malo”. Es decir, todo lo contrario de lo que pretendemos. Por lo tanto, si lo que buscamos es que aprendan la lección, castigarles en el rincón de pensar no es el camino adecuado. No existe un aprendizaje como tal, sino que perdemos la oportunidad de reflexionar y aprender juntos. Recuerda que su cerebro aún está inmaduro y nosotros somos sus figuras de referencia y sus guías en este proceso de preparación para la vida adulta.

 

Consecuencias

 

Ya que hemos visto que el rincón de pensar o el Time out es un castigo, os recuerdo en este punto las consecuencias que traen consigo:

  1. Odio y rencor. Piensan que es injusto y lo que es peor: “no me quieren”
  2. Venganza o revancha. Piensan: “Lo volveré a hacer en cuanto no miren” o ese dolor que sienten, lo proyectarán pagándolo con alguien más débil “se van a enterar”.
  3. Miedo y retraimiento. Genera falta de confianza hacia los adultos, falta de seguridad en sí mismos y baja autoestima. No nos extrañemos si después empiezan a mentir para evitar el castigo.
  4. Rebeldía: “conmigo no van a poder”. Volverán a repetir esa u otras conductas para hacernos ver que no podemos con ellos. O pueden llegar a pedir perdón sin arrepentimiento sincero, usándolo como un trámite para dejar de estar castigado.

 

El rincón de pensar no es efectivo

 

El aislamiento no está directamente relacionado con la conducta o la mala decisión del niño, por lo que el rincón de pensar NO será efectivo para el aprendizaje.  No le estaremos enseñando a tomar buenas decisiones.

Por ejemplo, si ha deshecho la cama porque ha estado saltando y jugando en ella, la consecuencia lógica será que él se encargue de hacerla nuevamente. Es fundamental que, una vez calmados y conectados, le ayudemos a llegar a esa conclusión por sí mismo a través de preguntas. Es una consecuencia claramente relacionada con su comportamiento, no es punitiva, ni vengativa y, además, es fruto de una reflexión donde nosotros actuamos activamente como guías.

 

Frase clave: ¿Cómo podemos solucionarlo?

Sabemos que se trata de una consecuencia lógica porque hacer la cama después de deshacerla es lógico, proporcionado y relacionado con el motivo del problema, en definitiva, no es un castigo. Pero ojo, es fácil que se convierta en tal si lo decimos gritando, con malos modos o humillando al niño. La delgada línea entre una consecuencia lógica y un castigo está en cómo emitimos el mensaje, en cómo nos comunicamos, en nuestro tono de voz y en nuestra expresión corporal. Por eso es tan importante priorizar en encontrar la calma primero y no actuar en caliente.

Muchos estaréis pensando que esto que proponemos es demasiado bonito para ser verdad. Que si yo le digo esto a mi hijo, “me mandará a freír espárragos”. Es posible, pero tened en cuenta que la educación positiva hay que conocerla, interiorizarla y practicarla. Nada que merezca la pena se consigue por el camino fácil, pero es un trabajo que da sus frutos. Os lo podemos asegurar en primera persona.

 

“Solo me quieren cuando me porto bien”

 

Otro punto importante a tener en cuenta es que castigando estaremos ignorando el origen de los comportamientos. Tal y cómo vemos en las formaciones, buscar el origen es crucial para educar de forma efectiva. Pregúntate de dónde puede venir este comportamiento o, mejor aún, qué nos quiere decir con él. ¿Puede ser que no se esté sintiendo tenido en cuenta?, ¿puede estar experimentando celos?, ¿puede estar cansado o tener hambre?, ¿está en una etapa del desarrollo donde se dan rabietas? Sea como sea, pensemos que tienen un cerebro inmaduro, que están aprendiendo y que es normal equivocarse. Lo que marca la diferencia es cómo actuamos los adultos ante un error ¿buscamos culpables o les ayudamos a buscar soluciones?

Están “de prácticas” y nuestra labor de adultos, con cerebro maduro, es apoyarles, guiarles y ofrecer esa calma que ellos necesitan cuando están desbordados por sus emociones.

Con el rincón de pensar perdemos esa gran oportunidad de crecer juntos, interpretarán “solo me quieren cuando me porto bien”. La mejor forma de crecer con una autoestima alta, con confianza y seguridad es que perciban nuestro amor incondicional. Por eso es tan importante que padres y educadores tratemos de ver más allá de su comportamiento y entender que detrás de una mala conducta se esconde seguramente una petición de ayuda. El adulto ha de ser capaz de ver la necesidad que está siendo desatendida y tratar de cubrirla. Y, para ello, los educadores necesitamos conocimientos y herramientas. Solo así conseguiremos cooperación y aprendizaje real, crecer en la responsabilidad y no en la obediencia ciega.

 

Prueba con este ejercicio práctico

 

Te proponemos un ejercicio práctico: imagina que llegas un día enfadado/a del trabajo, resoplando y diciendo lo mal que te ha ido. En ese momento tiras el abrigo y las cosas al sofá cabreado/a y llega tu pareja y te grita: “¡Pero qué haces! ¿Cuántas veces te tengo que decir que no trates así las cosas y que no las dejes por medio? ¡Vete ahora mismo a la habitación a pensar lo que has hecho y cuando se te pase, vuelves!”

Como verás, la situación no es muy distinta a la que te sucede diariamente con tus hijos. Me dirás que no es lo mismo. Y, efectivamente, no es lo mismo, porque tus hijos todavía no tienen la madurez suficiente para gestionar bien la reacción que sigue a sus emociones y nosotros, los adultos, sí (en teoría así debería ser).

Podrías decirme “tú ya no necesitas quien te diga cómo y qué cosas puedes hacer”. Y, ciertamente, tus hijos sí. Por eso es mejor decirlas y no ordenarlas o reprender por no hacer lo correcto. Necesitan que les eduquen, no que les adiestren. Para que el cerebro pueda aprender necesita hacerlo sin estrés, sin miedo y sin sentir humillación.

 

Una alternativa válida: “El espacio de la calma”

 

Dicho todo esto sobre el rincón de pensar, no debemos confundirlo con que demos un tiempo al niño para que se calme si así lo necesita. Ten muy presente que nuestra prioridad es conectar antes de redirigir, es decir, estar calmados, tanto ellos como nosotros.

Esos momentos, acompañados por nosotros son, en muchos casos, necesarios para interrumpir la mala conducta y para invitar a la reflexión interna del niño. Precisamente, en momentos donde estemos tranquilos y conectados, podemos ayudarle a crear su “espacio de la calma” con aquellas cosas que puedan ayudarle a encontrarla en momentos de tensión. Con ello, facilitaremos que sea capaz de autorregularse y disminuir su carga emocional. También podemos enseñarles técnicas de relajación con la respiración, que nos ayuda mucho a tranquilizarnos. Será después, cuando podamos redirigir su comportamiento e iniciar el proceso de aprendizaje reflexionando juntos.

 

Cómo aprender a Educar en Positivo

 

Para ampliar información y conocer muchas más herramientas para tu día a día, echa un vistazo a nuestra formación de Educación Positiva, que ya han transformado a miles de familias.

Esperamos que este post te haya ayudado, al menos a reflexionar. Si te ha gustado, siéntete libre de compartirlo y de dejarnos tus dudas, opiniones y sugerencias en comentarios. Además, puedes acceder a una lección gratuita de nuestro curso o leer valoraciones de nuestros alumnos pinchando aquí.

Os esperamos con más tips diarios en instagram: @unamadremolona y @marido_official

 

 

13 respuestas

  1. Estoy totalmente de acuerdo, yo pensé en su día que utilizar la silla del pensar funcionaría, pero no, todo lo contrario, aun se cabreada más, y yo le que simplemente quiero es que aprenda a calmarse y no llegue a ese extremo de frustración que con 6 años seguimos sin controlarlo. Que podría hacer para cuando esté así, calmarlo y ayudarle hacerlo. Gracias , me enacanta leeros

  2. Pienso igual… pero ¿qué podemos hacer cuando nuestro hijo nos dice que en la guardería lo “sientan aburrido” cuando hacen algo mal? Según me cuenta, lo sientan en la silla de paseo, a parte, aburrido. ¿Cómo abordarlo con la educadora? Gracias, un saludo.

    1. Hola:
      Afrontándolo desde la educación positiva con la profe. 😉 A través de preguntas y que ella sola llegue a la conclusión de que no sirve para nada.

    2. De hecho, en nuestra guardería también lo tenían, y tras hablar relajadamente con la directora,(y algunos padres) y mostrarle sobre la educación en positivo terminaron por cambiar la silla de pensar por otras alternativas. Al menos hay que intentarlo ya que la forma en la que educan a nuestros hijos es importante 🙂

      Animo!

  3. Yo tengo un hijo de 2 años y 3 meses, está en la etapa del no, y de desafiar todo lo que le decimos. Pablo, vamos a recoger los juguetes, su respuesta es No, y les da una patada. Pablo, no vuelvas a hacer eso, nos mira a los ojos, y otra patada. Y así, con todo…. no tengo ni idea de cómo actuar ante su comportamiento. Mi solución hasta ahora, era mandarlo al rincón, (normalmente con una rabieta impresionante) hasta que se calma y vuelve. Es muy pequeño para hacerle pensar. Cómo habría que actuar?

    1. Hola María:

      Es muy complicado verlo por aquí, pero te recomendamos que te introduzcas en la educación positiva. Seguro que te ayuda.

      Un saludo.

  4. Siento discrepar… y no será por no educar en positivo pero cuando mi hija de 12 me contesta mal y me cierra la puerta en las narices; el de 11 me miente, la de 6 no obedece y la de 4 sólo salta en el sofá: enviar a cada uno a un lugar apartado en el que pensar lo que ha pasado nos ayuda mucho. Antes de empezar les digo el motivo por el que quiero que reflexionen y pasado un tiempo (1 minuto por año de vida aprox) vuelvo a hablar y juntos vemos que es lo que no ha estado bien y cómo podría haber actuado de forma respetuosa, cariñosa, etc Piden perdón, les digo que les quiero con locura (y eso se lo repito a menudo: te quiero al 100% siempre, y estoy más o menos contenta en función de tu comportamiento). Hasta ahora me ha funcionado, muchas veces son ellos mismos los que piden perdón sobre la marcha porque se dan cuenta de que han actuado mal y no hace falta “pensar”. Perdonad mi speech porque no soy ninguna experta pero mis hijos han aprendido tanto en la silla de pensar y hablando con nosotros después que no creo que hubiéramos tenido las mismas oportunidades de hablar con cada uno sobre sus fortalezas y debilidades. También reforzamos mucho lo que han hecho bien, no todo es negativo… no sé qué os parecerá… ¡ya siento llevar la contraria!

    1. Hola Ines:
      Gracias por tu comentario, independientemente de si discrepas o no. Nosotros no mantenemos posiciones radicales y no vamos a decir a nadie lo que tiene que hacer. Si tú estás convencida que te funciona con tus hijos, no seremos nosotros los que te digamos cómo educar a tus hijos. Pero, nuestra opinión es que, en el largo plazo, estas herramientas que parece que funcionan en situaciones concretas, no ayudan en su futuro. Sería muy largo de explicar este planteamiento por aquí. Te invitamos a leer, por ejemplo, al Dr. Daniel Siegel (El cerebro del niño o Disciplina sin lágrimas) y que saques tus propias conclusiones.
      Un fuerte abrazo.

  5. Hola, y que ocurre si en casa estoy aplicando la Disciplina positiva, con un niño de 3 años y medio, (que vamos poco a poco) y luego en el cole, las seños a cada cosa mal que hace “les sientan a pensar”? y el niño te dice todas las mañanas, ” Mama hoy me voy a portar bien en el cole”. Esta hablado con la profesora y lo siguen aplicando a todos los niños, en fin….

    1. Hola Nuria:
      No podemos cambiar el mundo de un día para otro pero… ¡¡¡lo conseguiremos!!!
      En tu caso particular, lo importante es lo que tú hagas con respecto a su educación en casa. Sería ideal que fuese coordinado con el colegio, pero eso no podemos imponerlo, por lo que el niño tendrá que aprender a ser resiliente. Es decir, a superar los obstáculos de la vida y tú, acompañarle en el proceso sin rescatar.
      Saludos.

  6. Yo lo intento pero no soy capaz, el mio está en epoca rabietas pero él no es de gritar es de pegar y ya no sé que más intentar y solo lo hace cuando le dices que no…

  7. A mi personalmente no me gusta un rincón para pensar, con mi hija no funcionaba se cabreaba todavía más.
    En cambio lo que sí nos es útil, es ir a cualquier otro sitio de la casa, primero hacer terapia de desahogo rompiendo papeles, y una vez calmada, explicar lo que ha hecho mal y las consecuencias que iba a tener. Intentámos no repertir muchas veces el mismo lugar para evitar que lo asocie a una situación de corrección.
    Saludos

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